Al rendir homenaje al Benemérito de las Américas por el 201 aniversario de su natalicio, la diputada Beatriz Pagés Llergo Rebollar (PRI) afirmó que a ningún Presidente de la Repúblicale ha interesado continuar con el legado juarista.

Es decir, dijo, no les interesa poner las semillas de una sociedad más legal, honesta, democrática, eficiente, con mayor conciencia ciudadana y de solidaridad.

Ante representantes de la Fundación Interamericana Benito Juárez A.C. y la Asociación de Abogados de la Ciudad de México, A.C., la legisladora destacó que como en 1806, la pobreza, la injusticia social, la arbitrariedad del poderoso, la violencia y sobre todo la falta de respeto a la ley, siguen siendo los estigmas que duelen y se anidan en lo más profundo de la entraña nacional.

Tras depositar una ofrenda floral en el busto de Don Benito Juárez en la plaza legislativa, la diputada Beatriz Pagés Llergo añadió que como en los tiempos del Benemérito, hoy existen los Santa Ana.

“Políticos, supuestos líderes sociales, legisladores y funcionarios cuya característica fundamental es la mutabilidad, el oportunismo, el aventurerismo, ese renegado perenne que se acomoda a todos los giros, a todas las ideologías, que brinca de un partido a otro y que se dedica a la política no para servir a la sociedad sino para acumular fortuna y poder”, subrayó.

Destacó que Benito Juárez fue testigo y protagonista de una época en la que prevaleció un ambiente político similar al actual, en el que presidió y presenció una etapa de formación nacional, de transición y desorden, de gobiernos débiles y controvertidos.

Ayer, indicó, como a principios del siglo XIX, la Cámara de Diputados fue centro de una polarización política protagonizada, como en ese entonces, por conservadores y fuerzas anárquicas. “También, como en la época juarista existe en la calle, en el campo, en las fábricas y en los barrios el divorcio entre dos Méxicos antagónicos que no se reconocen”.

Concluyó que uno de los grandes desafíos de los legisladores es hacer una reforma educativa y una electoral que sirvan para construir al ciudadano auténtico, no al que vota, tampoco el que sufraga con plena inconciencia y en estado de enajenación, sino aquel que ejerce un derecho constitucional con conocimiento y responsabilidad.

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