En México, 1.3 millones de hogares contratan empleo doméstico, nueve de cada 10 personas dedicadas al trabajo del hogar son mujeres, 96 por ciento de las empleadas del hogar no tiene acceso a servicios de salud por su empleo y casi 80 por ciento carece de prestaciones laborales, afirmó la diputada María del Pilar Torre Canales (NA).

“Las personas trabajadoras del hogar, en su mayoría mujeres de origen indígena y rural, son un sector considerado social y económicamente inferior, que no cuentan en su mayoría con prestaciones sociales, y tienen poca capacitación”.

Refirió que tres cuartas partes de las trabajadoras domésticas no tienen ningún tipo de prestación social y sólo una de cada 100 cuenta con seguridad social.

Ante este panorama, la legisladora, a través de una iniciativa que reforma el artículo 123 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley Federal del Trabajo y la Ley del Seguro Social, busca promover la notoriedad y valoración de su trabajo a través del reconocimiento de sus derechos, como son: salario digno, jornada laboral justa, seguro social, vacaciones, aguinaldo, indemnización y trato respetuoso.

Señaló que las trabajadoras domésticas, por no tener un contrato escrito donde las condiciones del trabajo queden claras y estén especificadas, están sujetas a una concepción particular, subjetiva y privada de lo que deben ser sus funciones, permitiendo la explotación, los abusos y los maltratos.

“Por tratarse de espacios privados e íntimos, las empleadas son vulnerables a situaciones de violencia y abuso generalmente que no se conocen fuera de ese ámbito”.

Respecto al número de días de trabajo, señaló que la mayoría de las empleadas del hogar trabaja entre 6 a 7 días a la semana 41.4 por ciento; 31.9, de 4 a 5; y 26.7, de 1 a 3. En promedio ganan 2 mil 112 pesos al mes y laboran alrededor de 34 horas a la semana, lo cual representa 15.7 pesos por hora trabajada; 8 de cada 10 empleadas reciben hasta 2 salarios mínimos.

Subrayó que la violencia en el contexto laboral es uno de los abusos más generalizados para el caso de las empleadas del hogar, “la hostilidad en el medio de trabajo, aunado a episodios de violencia verbal, emocional, económica y sexual, vulnera el derecho a la libertad, la identidad y autoestima de las empleadas del hogar”.

Precisó que la indiferencia social y política ante sus necesidades elementales resulta en un marco normativo de protección y garantía de derechos insuficiente e incluso, en algunos ámbitos, inexistente para hacer efectivos sus derechos laborales.

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