Alejandro Ramos, colaborador: A medida que se acerca el 70 aniversario de la expropiación petrolera, el dabete en torno al futuro de Pemex sigue envuelto en el poco productivo terreno político-partidista, esto ha impedido que en el Congreso haya una iniciativa de reforma energética, puesto que antes de ello se espera lograr un consenso que difícilmente llegará, hasta ahora en lo único que se está de acuerdo es que Pemex no debe privatizarse, pero tampoco quedarse como el campo, sin embargo, a partir de estas premisas hay más descalificaciones que propuestas, mientras Pemex presenta una virtual situación de quiebra, a esto contribuyen dos aspectos básicos: El primero es que más de la mitad de los recursos que genera Pemex terminan en manos del fisco, que los utiliza para financiar el gasto público; los excedentes que ha tenido Pemex en los últimos años se han canalizado también a los programas federales y de los gobiernos de los estados.

De este modo Pemex desde hace varios años se ha quedado sin capital para la inversión, lo que se traduce en una baja de su posición y en el agotamiento de sus reservas petroleras. La perspectiva para el país es mala, puesto que de seguir así las cosas Pemex dejará en pocos años de exportar petróleo y se convertirá en importador de crudo, como ya lo es de gasolina, en pocas palabras lo que le hace falta a Pemex es, por un lado, capital para realizar programas de desarrollo, especialmente de extracción de petróleo crudo y por otra parte adquirir la tecnología que le permita incursionar en aguas profundas, ya que los yacimientos superficiales, como el de Cantarel, están cerca del agotamiento.

Para avanzar en este camino se requiere el aval del Congreso, de modo que Pemex cuente con los instrumentos jurídicos, no necesariamente la privatización para ampliar sus operaciones y en recuperar viabilidad como empresa. Duración 3´43´´, ys/m.