Óscar Mario Beteta
RadioFormulaCadenaNacional
07:30:00 | 2008.08.05
Hemos deseado autoridades aptas, honestas y nos seguimos topando con pared: Mendivil
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Oscar Mario Beteta: Vamos con don Polo Mendivil. Continúa y seguirá, y ojalá por mucho tiempo, la indignación por el asesinato de este niño, este jovencito, y lo peor es que tuvo qué secuestrarse y se tuvo qué asesinar al hijo de un prominente empresario en este país para que se reaccione.

Leopoldo Mendivil, colaborador: Lamentablemente se va a reaccionar unos cuantos días y luego las cosas van a tomar su cauce normal y todo se va a olvidar, porque tenemos muchos ejemplos, muchas historias por el estilo.

Mira qué diferencia habrá entre seis mil pesos y seis millones de dólares como rescate para entregar con vida a un ser humano secuestrado, pues tal vez solamente sea la declaración del jefe de Gobierno para asegurar que una de ellas, naturalmente la de más posición socioeconómica del afectado, es de su más alto interés.

Cuando aquella multitudinaria marcha de más de un millón de mexicanos en junio de 2004, Marcelo Ebrard era secretario capitalino de Seguridad Pública y se debió sumar como arpa celestial a la respuesta de su jefe López Obrador para acusar a todos los que marchamos aquel domingo de ser comparsas de la derecha interesada en atacarlo. ¿Cuánto desde entonces creció la delincuencia, no sólo en espectacularidad y bestialidad, sino en cantidad y consecuencias a lo largo y ancho de todo el país?

Hace más o menos dos semanas corrió el rumor de un nuevo estilo de secuestros en la ciudad mediante retenes falsos integrados por aquellos a quienes su cobardía sólo les permite secuestrar y después, como en el caso del chico Martí, asesinar con todas las agravantes, incluida la condición de hienas, pero hienas con alma.

Claro que las policías negaron aquel rumor que quizá fue un intento desesperado por salvar al pequeño Fernando de la pena de muerte que ya había recibido.

Ayer, mientras el nuevo secretario de Seguridad Pública capitalina, Manuel Mondragón, anunciaba la suspensión de los retenes oficiales en la ciudad, el diputado Emilio Gamboa se declaró simpatizantes en lo personal, aclaró, de la pena de muerte contra secuestradores, quizá y es uno de los ejemplos que puedo dar de lo que sucedió y después las aguas volvieron a su cauce:

Un secuestro y crimen de un chico capitalino, ni siquiera de grandes recursos económicos la familia, sino una familia media que corrió, cuando se iniciaba el gobierno del presidente Calderón, del cual tú recuerdas Emilio Gamboa fue su secretario particular. El cuerpo fue hallado en una carretera michoacana y los presuntos asesinos muertos, cuando respondieron a balazos al llamado de la policía para que se entregaran.

Y algo parecido sólo volví a escucharlos seis años después cuando al inicio del Gobierno de Salinas su primer jefe de la policía capitalina, Javier García Paniagua, me dijo que los asaltos bancarios casi habían desaparecido en la ciudad, porque algunos asaltabancos detenidos se murieron curiosamente en algún lugar donde sus colegas podían enterarse.

Todos quisiéramos soluciones distintas, legales, pero también hemos deseado autoridades aptas, fuertes, honestas, y nos seguimos topando con pared.

Cuando entró a pantalla hace aproximadamente, unos tres años un filme estadounidense intitulado "Hombre en Llamas", la verdad es que me preocuparon las reacciones sociales que pudo haber generado esa película, porque a pesar de sus distorsiones hollywoodenses reflejó en gran medida las realidades de la delincuencia mexicana vinculada para los grandes negocios, el secuestro entre ellos, con las jerarquías policiales.

Sacaron la película, se dijo con burla, de una novela Italiana sobre la fraternidad, pero nadie negó aquí la existencia de la hermandad entre las policías capitalinas.

"Hombre en Llamas" salió de las pantallas con gran celeridad y a pocos llegó su mensaje, y qué lástima porque ni acciones como aquella de García Paniagua, ni mensajes como el del filme que menciono superaron la mercadotecnia delincuencial que neutralizó la política de derechos humanos con el argumento de la brutalidad policial contra inocentes e indefensos detenidos.

Hoy es ya prácticamente imposible confiar en un policía por la convivencia de tantos de ellos con el hampa, y yo pregunto si se salvaría incluso el Presidente de la República de algún policía contratado para dispararle aprovechando las cercanías que dan los eventos públicos, si la providencia me está escuchando yo espero que con hechos me refute. Duración 05’44”, nbsg/m

H. Cámara de Diputados Coordinación de Comunicación Social