Daniel Sangeado, reportero: Era 1969 eran los tiempos del amor y paz. La juventud de aquél entonces creía en algo y defendía sus ideales. Estados Unidos estaba en guerra, como siempre; los jóvenes se revelaban ante un imperio que los mandaba al matadero: Vietnam.

Eran los tiempos del amor libre, de la liberación femenina, de la psicodelia y del festival de Woodstock. México, su símil, fue Avándaro.

Eran tiempos para experimentar, y la generación de aquél entonces lo hizo. Drogas como la marihuana comenzaron a tener mayor demanda, así que años después no fue raro enterarse de que jóvenes como Bill Clinton coquetearon con ella.

En México, Patricia Mercado, la otrora candidata yeye, también le dio sus besitos.

Así que nadie se haga de la bacha chiquita, de acuerdo con datos de la última encuesta nacional de adicciones los fumadores de marihuana en México pasaron de 3.8 por ciento en 2002 a 4.4 por ciento en 2008, y según algunos legisladores locales y federales, legalizar el consumo es la única solución al creciente problema del narcotráfico.

-Insert de René Arce, senador del PRD- "En los países en donde se ha despenalizado el consumo de drogas, lo que se ha demostrado es que no hay violencia, que no hay crímenes, que lo que hay es un control".

Pero más allá de si los senadores le hacen caso o no a don "Peter Tosh", la marihuana se ha consumido desde tiempos inmemoriales; diversas culturas la han usado en sus ritos, la han calificado como la llave que abre las puertas de la percepción y hay quienes hasta le achacan propiedades curativas.

Sin embargo, el simple hecho de hablar de su legalización ha hecho alucinar a más de uno.

Insert de Javier Orozco, senador del PVEM: "No, la verdad no, en el sentido de que definitivamente no a la legalización de las drogas".

Con un tema tan polémico la pregunta está en el aire. ¿Qué debe hacer el Estado, prevenir las adicciones o legislar sobre lo que cada persona le mete o no a su cuerpo? 3’ 16” A.L./m