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• La diputada María Elena Orantes López afirmó que los maltratos físico y psicológico son casi inadvertidos porque ocurren en la intimidad del hogar

Es de vital importancia que quien ejerza maltratos en contra de uno o varios integrantes de la familia quede obligado al pago de la indemnización por daño material y moral, así como a saldar los tratamientos psicoterapéuticos necesarios para la recuperación de la salud de la víctima, ello ante el crecimiento del fenómeno de violencia familiar en México.

Así lo manifestó la diputada María Elena Orantes López, del PRI, en un proyecto de iniciativa por medio del cual solicitó reformar y adicionar el artículo 1916 del Código Civil Federal.

La legisladora mencionó que la modificación es una alternativa para las víctimas de violencia, a fin de que cuenten con los mecanismos necesarios para su recuperación, un pleno desarrollo psicológico y emocional.

Orantes López señaló que la violencia psicológica es el daño emocional que se detecta con mayor dificultad. "Este tipo de abuso ocurre en la privacidad del hogar, por lo general pasa inadvertido, a veces durante años y, por añadidura, la violencia verbal y psicológica precede a la física", apuntó.

Explicó que dentro de las manifestaciones de violencia psicológica se encuentra: abuso verbal, intimidación, amenazas, injusticia económica, aislamiento, desprecio, entre otras.

La diputada dijo que en una situación de violencia los hijos también sufren, ya que vivir en una atmósfera de miedo, tensión y terror incidirá de manera negativa en su desarrollo emocional con desórdenes psicológicos.

Añadió que por lo regular es durante los primeros cinco años de vida de los infantes cuando están expuestos al maltrato y, como consecuencia quedan con una marca imborrable para toda su existencia, por lo que calificó de deplorable privar a un niño de un ambiente sano y libre de violencia.

María Elena Orantes subrayó que cuando cesa el agravio físico se reemplaza con un constante maltrato psicológico, elemento que evita que la víctima pueda tomar las decisiones correctas, por lo que cae en la ambivalencia afectiva, su autoestima queda deteriorada, es presa del miedo, "por ello es difícil convencerla de pedir auxilio a las autoridades y especialistas de la salud".