Favor de utilizarse de sábado para domingo• Propone reformar el artículo 22 de la Constitución Política

• Quedó atrás la época de las diligencias y carromatos

Con la intención de suprimir el término salteador de caminos, de las causas establecidas para la pena de muerte en México, el diputado Jesús Martínez Álvarez, Coordinador del Grupo Parlamentario de Convergencia, presentó iniciativa que reforma el Artículo 22, párrafo quinto, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

El legislador expresó que en la actualidad la figura de salteador de caminos resulta anacrónica y debe ser suprimida de la Carta Magna, ya que dicho tipo penal corresponde a principios del siglo pasado, la cual se refería a quienes asaltaban los trenes, diligencias y carretas.

Agregó que es inútil preservar un término que no guarda relación alguna con el contexto jurídico que prevalece en el país, principalmente ahora que las leyes contemplan figuras más específicas y complejas, con penalidades determinadas.

Mencionó que México tiene una Constitución promulgada en 1917 y en consecuencia, aún se incluyen términos como el de “salteador de caminos”, que pertenece a un momento histórico distinto y que ya no es compatible con el orden jurídico actual.

Martínez Álvarez puntualizó que tanto los diputados de 1857 como los de 1917 manejaban los conceptos de esas épocas conforme a su situación específica, de tal forma que el desarrollo tecnológico, en cuanto a caminos carreteros, no iba más allá del manejo de la tracción animal.

Indicó que el código lingüístico estaba sujeto a aquella realidad. Resaltó que el concepto salteador de caminos se relacionaba con las diligencias y carromatos de tracción animal, así como al tránsito por los caminos de herradura.

Finalmente expuso que al catalogar los probables delitos, y al explicar sus castigos, éstos iban acordes a esa situación concreta. Asimismo, planteó que en la era cibernética y aeroespacial, la expresión “salteador de caminos”, además de haber quedado superada, es obsoleta en sí misma, aunque la concepción del delito sea idéntica.