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Boletín N°. 2748 Incertidumbre y caos en el campo mexicano si no se negocia el capítulo agropecuario del TLCAN

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• Se perdieron dos millones de empleos en este sector
• Han muerto tres mil mexicanos en los últimos cinco años por cruzar la frontera

Ante la desventaja y nula competitividad que enfrentan los campesinos mexicanos frente a los estadounidenses por la gran cantidad de subsidios que aquellos reciben, es indispensable que el gobierno mexicano negocie el capítulo agropecuario del TLCAN para evitar caos en la agricultura.

En la reunión de trabajo de la Comisión Especial para el Campo, su presidente, diputado Rafael Galindo Jaime (PRI), se refirió a la escasa valoración del tema al considerar que no hay una evaluación del impacto económico, social, de competitividad y posibilidad de desarrollo interno del sector.

Debido a ello, precisó, en el campo se han perdido dos millones de empleos, por lo que muchos de nuestros campesinos se ven forzados a emigrar en condiciones totalmente desventajosas y sin ninguna protección.

Además, añadió: “han muerto más de tres mil mexicanos en los últimos cinco años al tratar de cruzar la frontera”, situación que se da por la ausencia de una fuerza económica y de desarrollo interno.

Durante la instalación del Consejo Técnico Coordinador del Acuerdo Nacional para el Campo, el Doctor Alberto Montoya, de la Universidad Iberoamericana, propuso la elaboración de un documento de negociación respecto al capítulo agropecuario del TLCAN, en el cual se integren elementos jurídicos, económicos, sociales y de soberanía que permitan a México presentar a Estados Unidos la demanda del capítulo en cuestión.

El Asesor del Consejo Técnico precisó que el presupuesto destinado al rubro agropecuario se canaliza a elementos compensatorios de la rentabilidad, porque estamos en un proceso en el que las relaciones comerciales obligan al Estado a consignar su presupuesto a ese aspecto.

Por ello, aseguró, uno de los efectos estructurales que no hemos valorado lo suficiente es que el tratado nos obliga a que los recursos los tengamos que destinar a aspectos compensatorios y no en la inversión.

“Ese es uno de los efectos que incide en las políticas para aumentar la producción y rentabilidad”, coincidió.

 
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