La tasa promedio de sobrecupo en las prisiones de México actualmente asciende al 135 por ciento de su capacidad real, lo que ocasiona que 53 por cientode los presos no reciban comida y un 29 por ciento carezca de agua suficiente para beber.

Así lo denunció la diputada Mónica Arriola, del grupo parlamentario del Partido Nueva Alianza, quien indicó que en el Distrito Federal, Estado de México y Morelos, la mayoría de los presos dependen de sus familias para tenermedicamentos, vestimenta, calzado y los recursos básicos para su higiene.

De ahí que propuso reformar el párrafo segundo del artículo 18 constitucional para que la Federación y los estados organicen el sistema penal, en sus respectivas jurisdicciones, sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo y la educación como medios para la readaptación social. Lo anterior se plantea que sea obligatorio para los reclusos.

La representante popular aseguró queel trabajo obligatorio en las cárceles debe ser un vehículo capaz de garantizar la reincorporación de los internosa la sociedad, a la familia y a estar preparados para desempeñar una actividad honesta cuando recuperen su libertad.

Agregó quela corrupción es latente, la arbitrariedad y abusos son la práctica de cada día dentro de las cárceles del país y la sobreexplotación lleva alos reclusos a sobrevivir encondiciones deplorables.

La diputada federal afirmó que no es posible alargar el abandono del sistema penitenciario, es inadmisible permitir que la prisión sea sitio de hacinamiento, del ocio y del perfeccionamiento del crimen, porque la experiencia acredita que la mayor parte de quienes van a la cárcel se vuelven peores y algunos incorregibles.

Recordó que la percepción social es que las cárceles son las universidades del crimen o las escuelas del delito.

Agregó que la prisión debe ser entendida como un mal necesario que debe aplicarse a los criminales, a los peligrosos, a los reincidentes y delincuentes habituales.

La legisladora explicó que los presos, además de carecer de lo básico para vivir, no reciben educaciónni tampoco tienen oportunidad de trabajar mientras se encuentran privados de su libertad.

Añadió que en la actualidad el trabajo que realizan algunos internos es de carácter voluntario, por lo que la mayoría de ellos no desempeña labores productivas y su vida en prisión trascurre “bajo los cotos de poder, mediante la intimidación o extorsión y con las cuotas de dinero que se les obliga a aportar para evitar ser torturados o afectados en su integridad física”.

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