En México, de 2002 a 2006, se registraron mil 300 casos de intoxicación por el consumo de alimentos con residuos de clembuterol. En los estados de Chiapas, Jalisco y Veracruz su uso es más frecuente para la alimentación de ganado bovino.

La mayor concentración de clembuterol se encuentra en el hígado del bovino, ya que permanecen residuos por mucho tiempo después de suspender la administración de la sustancia, señala el diputado Arnulfo Elías Cordero Alfonzo (PRI).

A través de un punto de acuerdo publicado en la Gaceta Parlamentaria, indica que el uso ilegal de clembuterol está relacionado estrechamente con residuos que sobrepasan en gran medida los límites máximos.

Por lo cual solicitará a las Secretarías de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, y de Salud implantar medidas de seguridad y monitoreo en rastros, carnicerías y tiendas de autoservicio, a efecto de expedir certificados que garanticen que los productos estén libres de clembuterol.

Pedirá establecer sanciones penales a quienes utilicen clembuterol para fomentar la producción pecuaria, ello a fin de garantizar carne totalmente libre de sustancias peligrosas para el consumo humano.

Cordero Alfonzo también plantea se realicen campañas para informar adecuada y periódicamente a los consumidores acerca de los daños que ocasionan los productos alimenticios contaminados.

Detalla que los residuos químicos en los alimentos de origen animal son indeseables, y que el clembuterol tiene la capacidad de interactuar con receptores del sistema nervioso autónomo.

Refiere que algunos de los principales síntomas que la carne contaminada origina en los humanos son: nerviosismo, taquicardia, fibrilación cardiaca, cefalea, insomnio, incremento de la presión sanguínea, vértigos, náuseas, dolor de pecho, aumento de la sudoración, boca seca y calambres musculares, que duran en promedio 40 horas.

El diputado del PRI indica que la alimentación con clembuterol en animales destinados al consumo humano representa un gran riesgo para la salud pública, ya que los consumidores son expuestos al consumo involuntario de estas sustancias en concentraciones farmacológicamente activas.

Menciona que en México, la NOM-061-ZOO-1999 prohibió su empleo en el mismo año, pero se siguen presentando casos de intoxicaciones en humanos, debido a que existe poco control o vigilancia de las autoridades correspondientes, ya que no se cuenta con un programa supervisado por veterinarios oficiales.

De ahí, puntualiza, se requiere avanzar en el rescate de una comida sana para todos y trabajar en normar criterios precautorios en materia de bioseguridad y de salud pública, además de imponer normas ambientales aplicables en la producción, distribución y consumo de estos productos.

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