El presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes Fernández, dijo que es necesario respetar el derecho de formación de los ministros de culto y reconocer sus estudios dándoles validez oficial, además de no permitir ninguna forma de discriminación por motivos religiosos.

El ombudsman agregó que la libertad religiosa implica derechos de asociación y de libre expresión en tanto no alteren el orden, la salud pública, la moral o los principios de la democracia.

Durante el coloquio Libertad religiosa, organizado por la Comisión de Derechos Humanos, que preside la diputada Omeheira López Reyna (PAN), Soberanes dijo que esta garantía es un derecho universal anterior y superior al Estado y que cualquier autoridad pública lo debe de respetar y promover.

Asimismo manifestó que en México el concepto no va más allá que el de la libertad de conciencia, o cuando mucho, el de la libertad de culto, que en el fondo no se trata más que de concebir una actitud pasiva del Estado frente al hecho religioso.

“Parecería como si la libertad religiosa fuera un derecho de segunda clase, cuya protección resultaría políticamente incorrecta y que ha llegado a convertirse en un tema tabú en ciertos ambientes públicos”, subrayó.

Señaló que es indispensable precisar el contenido del concepto, sus alcances jurídicos, los derechos conexos que de él se derivan y las obligaciones específicas que debe asumir el Estado para garantizarla.

Este derecho fundamental, agregó, necesita de promoción e impulso por parte del Estado, lo mismo que con cualquiera de las garantías y las libertades públicas.

Soberanes Fernández acotó que el concepto de libertad religiosa lleva implícitos lo siguientes derechos: de libertad de conciencia, culto, difusión de credos e ideas religiosas, a la formación, a la libertad de enseñanza y educación, a la libre reunión y manifestación, así como de asociación y objeción de conciencia.

Añadió que la libertad religiosa tiene su fundamento en el respeto a la libre determinación del individuo, por lo que es indispensable evitar su coacción pública o privada.

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