De acuerdo al Consejo Nacional de Población (Conapo) en nuestro país diariamente 799 personas cumplen 60 años. Asimismo, dicho organismo reporta que para el 2010 la gente mayor de 60 años será el 8.6 por ciento (3.9 hombres y 4.7 mujeres) del total de los habitantes.

La dependencia estima que en el 2050 este sector representará el 27.5 por ciento (12.4 hombres y 15.1 mujeres) de la población, lo que significa que para esa década un tercio de los habitantes serán adultos mayores, que provocará, sin duda, presión social, económica y política para atender necesidades específicas.

Ante ello, las comisiones unidas de Atención a Grupos Vulnerables y de Educación Pública y Servicios Educativos revisan una iniciativa para que a través de la SEP, en coordinación con las instituciones encargadas de este sector, revisen y adecuen los planes, programas y materiales educativos que se utilizan en la alfabetización y educación básica de este grupo.

La reforma también propone que se incluyan los temas del proceso de envejecimiento y cuidado propio, así como la perspectiva de género, a fin de coadyuvar a eliminar las condiciones culturales que propician la discriminación en contra de los adultos mayores.

En el documento, publicado en la Gaceta Parlamentaria, se destaca que esa situación también repercutirá en la vida laboral, pues la gente se jubilará después de los 65 o 70 años, es decir, trabajará durante más tiempo, por lo que debe ser prioritario para el Estado implantar políticas públicas orientadas a elevar la calidad de vida de ese sector.

Sobre todo, se argumenta, porque durante décadas la sociedad ha estado cargada de prejuicios en torno de los adultos mayores; por ejemplo, se dice que la vejez es sinónimo de deterioro progresivo, decadencia, dependencia y enfermedad.

De igual manera se señala que como las personas mayores están al final de su vida no se requiere invertir en ellos, debido a que no tienen nada que aportar a la sociedad, ni pueden adquirir nuevos conocimientos o destrezas.

Ante ese panorama, se refiere en el documento, es necesario reconsiderar las percepciones generales sobre el envejecimiento, así como garantizar los derechos humanos, económicos, sociales y culturales de este grupo, entre los que sobresale el acceso a la educación.

Subraya que para el adulto mayor la educación tiene un significado especial: representa una oportunidad de actualización, participación social y reafirmación de sus potencialidades.

Agrega que la educación puede contribuir al desarrollo de una cultura del envejecimiento con dignidad y a elevar la calidad de vida expresada en mejores estándares de salud y bienestar.

Menciona que la adopción de tal tipo de acciones contribuirá a una mejor integración personal y a un favorable desempeño del adulto mayor en el ámbito comunitario.

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