El cambio climático podría reducir el crecimiento económico mundial en una quinta parte; según expertos, afrontar el fenómeno costaría anualmente a la humanidad alrededor del 1 por ciento del Producto Interno Bruto Global (PIBG), mientras que no hacer nada tendría un costo de entre 5 y 20 por ciento del PIBG por año, señala el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública.

El documento titulado “Cambio climático”, precisa que México emite 1.5 por ciento de los gases que generan el calentamiento global, de los cuales el 14 por ciento se deben al cambio constante del uso de suelo.

En el 2002 generaba 553 millones de toneladas de bióxido de carbono (CO2), en la actualidad las mediciones ascienden a más de 643 millones de toneladas, lo que ubica a nuestro país en el lugar 15 a nivel mundial en materia de emisión de gases de efecto invernadero.

“Nuestro país es uno de los que incide en el cambio climático, es a la vez uno de los más vulnerables, al situarse en zonas que serán impactadas por sequías, inundaciones, fenómenos meteorológicos extremos y más intensos en ambos litorales, así como por contar con estructuras económicas y sociales débiles que podrían acentuar aún más las desigualdades”, asevera.

Destaca que de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, un aumento de entre 3° y 5° C en promedio a nivel mundial, afectaría de manera catastrófica a México, con sequías en casi 50 por ciento de las tierras cultivables.

Agrega que producto de la sequía, deforestación y erosión, ya se encuentran problemas de desertificación en Hidalgo y Nayarit, pudiéndose manifestar también en Colima, Jalisco y Querétaro.

Además, se reducirían las precipitaciones cercanas a 15 por ciento en regiones del centro, y menos de 5 en la zona del Golfo de México; a nivel nacional se proyecta una disminución de 10 por ciento anual en la disponibilidad de agua.

En el 2050 podría haber un incremento significativo de los casos de extinción de mamíferos, aves y mariposas que habitan el territorio, añade.

Enfatiza que dichas situaciones ambientales extremas traerían consigo problemas sociales como repercusiones a la salud de la población, producto de las temperaturas elevadas y las condiciones de humedad, que provocan enfermedades transmitidas por vector (dengue y paludismo) y por agua y alimentos.

De la misma forma ante situaciones de inundación y hambruna, a causa de fenómenos meteorológicos y bajas en la producción de alimentos, puede suscitarse un movimiento migratorio importante de las áreas rurales a las urbanas, lo cual podría traducirse en desempleo, marginación, hacinamiento y diseminación de enfermedades en las grandes ciudades.

En el aspecto económico México se vería altamente impactado por el turismo, uno de los sectores más importantes, por la derrama que implica.

Igualmente, el cambio climático repercutiría en el comercio internacional y el interno, con cierre de puertos y daños de rutas de transporte y a infraestructura comercial.

Subraya que existe la idea de los expertos que México necesita más consistencia en sus propuestas e ímpetu en la solución de problemas concretos. Proponen que es indispensable poner un alto a la destrucción masiva de bosques y selvas mediante una política de conservación, restauración y recuperación del ambiente.

También aprobar leyes y presupuestos para elaborar proyectos de generación de energía renovable que no dañen al planeta; apoyar al campo, utilizando fertilizantes que no contengan óxido nitroso (N2O) y sistemas de irrigación eficientes que no dañen los ecosistemas; lograr el ordenamiento del suelo mediante la cooperación de los diferentes niveles de gobierno.

El estudio detalla que en la actualidad estos cambios en la temperatura con consecuencias catastróficas para nuestro medio ambiente, son provocados por las actividades que el hombre realiza a partir de la revolución industrial, mediante la emisión de gases de efecto invernadero sobre todo como son el bióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el óxido nitroso (N2O), es decir, son principalmente producto de la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo, gasolina y carbón, la tala de bosques y algunos métodos de explotación agrícola.

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