Joaquín López-Dóriga, colaborador: Lo que sería un asunto de trámite de protocolo, de ritual constitucional, como es la protesta al cargo de Presidente de la República, se ha convertido en una tendencia partidista a partir de la decisión de Andrés Manuel López Obrador, vía su brazo legislativo, de impedirle a Felipe Calderón que lo haga el 1 de diciembre, y así presentarse él como el legítimo al haber protestado en el Zócalo el lunes y a Calderón como ilegítimo, por no haberlo hecho en el Congreso.

Es parte de su estrategia de acorralamiento al Ejecutivo, que con Vicente Fox le funcionó a la perfección cuando le impidieron que leyera el último Informe de Gobierno y lo tuvo qué entregar; cuando no lo dejaron dar el grito en el Zócalo y se fue a Dolores, Hidalgo; cuando le bloquearon el Senado para que no entregara la Belisario Domínguez y se fue a Guatemala; cuando canceló el desfile del 20 de noviembre porque ese día López Obrador tenía apartada la plaza para su auto unción.

En esa es la misma estrategia del arrinconamiento quieren meter a Calderón y hacer del suyo, como éste, un gobierno errante (Ruiz Healy, 06:48, 2´15´´, maga)