César Cansino, colaborador: Esta semana trataremos de hacer un balance del Gobierno del Distrito Federal, que se ha mantenido discreto y no ha habido grandes anuncios, pero amerita de todas formas reflexión, pues Marcelo Ebrard Casaubon ha tomado algunas decisiones.

Y habrá que ver si quiere deslindarse de la imagen de su antecesor Andrés Manuel López Obrador, porque sinceramente Alejandro Encinas no cuenta, era un títere del peje, o si optará por el continuismo del gobierno de López Obrador.

En los antecedentes el sexenio pasado el Distrito Federal se convirtió evidentemente en el trampolín del jefe de Gobierno, de López Obrador, quien diseñó toda su estrategia de Jefatura de Gobierno para aspirar a la Presidencia de la República, compitiendo con Fox por el protagonismo mediático, que fue también parte de su estrategia electoral, y también muchas de sus obras de gobierno, deslumbrantes y faraónicas, pero al fin y al cabo llamativas, que hicieron mucho para promoverlo.

El problema con esto es que todas estas obras que el peje explotó para su campaña hoy se desmoronan y salen a relucir cosas como los defectos del Metrobús o los materiales de dudosa calidad que se usaron en los segundos pisos del Periférico y lo mal hechos que están, por lo que Ebrard debería alejarse de todo eso y alejarse también de actos que López Obrador realizó en su gestión, como las conferencias de prensa mañanera que ya no le importa a nadie.

En resumen, buscar una personalidad propia porque ahora reluce que todo lo que hizo López Obrador lo hizo mal, Ebrard necesita personalidad política propia o podría convertirse, como Alejandro Encinas, en un pelele de López Obrador.

Sin embargo, a Ebrard le costará muchísimo trabajo el deslinde político de Andrés Manuel López Obrador por las redes de corrupción que se han generado con el gobierno del peje y anteriores gobiernos perredistas en la Ciudad de México, que presionan para obtener beneficios.

Ese es el dilema que Ebrard enfrenta, pues si tiene aspiraciones políticas deberá deslindarse de estas tribus de corrupción política y de Andrés Manuel López Obrador, si no lo logra puede despedirse de aspirar a la Presidencia del país en el 2012, además del costo político que ya está pagando Marcelo, que es precisamente la unión que tiene con el peje, que le ha traído pleitos con las mencionadas tribus políticas generadas por el PRD e incluso con su propio partido.

Aún así ha mantenido la gobernabilidad en el DF pero sí le urge, por su bien, que busque su propia personalidad antes de que comiencen a llamarlo Marcelo Encinas. No es fácil, pero tiene que hacerlo (Ruiz Healy, 07:31, 7´43´´, maga)