Alfredo Domínguez Muro, comentarista: Debemos estar muy contentos por la política exterior mexicana, que siempre vamos muy por delante de los demás países.

Por ejemplo; perdemos un gran coordinador de la Cámara de Diputados, pero ganamos un gran embajador.

Sííí, el diputado Zermeño, presidente, hasta el día de hoy, de la Mesa directiva de la Cámara de Diputados, es nuestro nuevo embajador

¡Qué bonito! Tenemos un nuevo embajador.

Se sacrifica. Va a la embajada española, va con el presupuesto del señor embajador a España, va a la residencia del embajador mexicano.

El primer embajador mexicano en España fue Don Gustavo Díaz Ordaz, sí, y se abrió una residencia, tenemos una gran embajada, hay un gran presupuesto. Pero no es esto lo que al señor lo mueve para salir de la presidencia de la Cámara de Diputados; es el sacrifico por el pueblo mexicano, para llevar la representación auténtica.

Al diputado Jorge Zermeño yo me lo he encontrado, aquí en México, en muy buenos restaurantes, a él le gruita comer bien.

Pero el diputado se debe al pueblo, no es cualquier embajada, y además, es un mensaje claro y directo a los diplomáticos de carrera, a aquellos que han estudiado la diplomacia mexicana y que aspiran algún día de pasar de un consulado a una embajada, y de una embajada a otra embajada.

Es un aviso importante para decirles “Señores diplomáticos mexicanos de carrera, a los que este sexenio se les prometió que las embajadas importantes serían para ustedes, ya encontraron el camino, váyanse de diputados primero, hagan algunos meritos y después, ya que les quieran dar de premio el permanecer en la cámara digan esto: nos debemos al pueblo y lo vamos a representar con nuestras virtudes y nuestros defectos”.

No, qué sacrificio de este hombre, mis respetos.

Los manazos que le dieron, y los apretones que le dieron el día primero de diciembre, no importan.

El señor se debe al pueblo, y me queda claro (De Una a Tres, Jacobo Zabludovsky, 070607, 14:35, gh)