Conductor: Cuando anoche –muy noche– regresaba el periodista Carlos Marín a su casa en la colonia Florida, ve forzada la puerta de su casa, entra y ve un desastre, alguien entró con la idea de enviar un doble mensaje: primero, la vulnerabilidad y fragilidad; segundo, la indefensión en la que estamos todos. Le robaron, primero, la calma y segundo, nada, no se llevaron nada. Revisaron archivos, los tiraron, habían dos laps tops que tampoco se llevaron; había un reloj que tampoco se llevaron; monedas de plata que no se llevaron, los televisores…

No se llevaron absolutamente nada. El mensaje para mí es muy grave porque es una expresión que no voy a aceptar como explicación de que ‘fueron rateros del orden común’, como luego salen, porque no se robaron nada material.

Esta es una expresión o una reacción de ‘alguien’ o ‘algunos’ a quienes no les gusta el modo de pensar de Carlos Marín y por eso como en los peores tiempos de la Alemania nazi, por eso como en los peores tiempos del franquismo, por eso como en los peores tiempos del faccio en Italia, fueron a su casa a dejarle un recado. Como hacía la mafia en Estados Unidos, como hacía la cosa nostra en Italia, fueron a mandarle un recado para recordarle lo vulnerables que, finalmente, somos todos.