Joaquín López Dóriga, colaborador: No cabe duda que Marcelo Ebrard Casaubon es un político no vivo, sino vivísimo, yo lo recuerdo... el primer recuerdo que tengo de él fue cuando los trabajos de reconstrucción de la Ciudad de México tras los terremotos del 19 de septiembre de 1985, luego en el Gobierno del Distrito Federal al lado de Manuel Camacho Solís, siguió a Manuel Camacho, con él se separó del PRI, con él fundó el Centro Democrático, con él se fue al PRD, y hoy, desde la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, Ebrard se ha convertido en el perredista, después de López Obrador, de mayor peso, pero por encima de López Obrador, en el de mayor reconocimiento actuando como un gobierno en la sombra del presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Y desde el GDF, Ebrard construye una candidatura presidencial manejando tres inercias: La del contrincante lógico, que es PAN-gobierno; la del priísmo, que le conoce y él conoce, y la del mismo pejismo, con el que más temprano que tarde tendrá que romper, pues los dos, López Obrador y Ebrard, tienen el mismo objetivo, la Presidencia de la República.

Hoy, esas líneas, López Obrador, Ebrard, corren paralelas, no se tocan, pero pronto se tocarán, y cuando se toquen no será un rozón, será un choque frontal. Y mientras eso se da, porque se dará, todos parecen jugar el juego que juega Marcelo. Duración 1´13´´, ys/m.