Joaquín López-Dóriga, colaborador: Hoy en Tabasco termina una etapa electoral que de algún modo marcará a Andrés Manuel López Obrador, y lo marcará porque no logró proyectar definitivamente a su candidato César Ojeda, como lo aseguró al irse al Edén para conducirlo a la gubernatura de Tabasco, que él también quiso y tampoco pudo hace 12 años.

En esta apuesta aprecio dos errores: Uno, la insistencia de López Obrador en colocar a Ojeda como candidato por encima de la mayoría del perredismo local; otro, su insistencia en colocar al mismo Ojeda como gobernador por encima de la mayoría de los tabasqueños. Pero mayor error para López Obrador fue aparentar que su sola presencia podría hacerle ganar ante un candidato del PRI invencible, pero al que su fuerza e indestructibilidad no pudo producirle ni lo que el viento a Juárez, lo que ya descontaba Leonel Cota, presidente del PRD, al declarar que una derrota en Tabasco no detendrá el camino del PRD, cuando lo que afecta menos es una victoria, sobre todo si a quien ven como el caudillo, López Obrador, ha puesto todo su capital de temporada en conseguirlo (Cúpula Empresarial, 6:28, 1’ 40”, mahm).