Francisco Cárdenas, comentarista: Ahora resulta que no fueron solamente cinco diputados del PAN, sino varios más de otros partidos los que recibieron llamadas anónimas en sus celulares con el fin de extorsionarlos, que sus hijos o hijas estaban supuestamente secuestrados.

Lo cierto es que con eso los legisladores empezaron a vivir el México real, el que vivimos todos los habitantes de esta ciudad, el de la violencia verbal o física, el de las amenazas telefónicas de supuestos secuestros de familiares; el México del que los diputados como los senadores y los gobernantes están tan distantes.

Fue tal la tensión, el nerviosismo, el temor de quienes ocuparon las curules en San Lázaro, que la presidenta de la Cámara, Ruth Zavaleta, prefirió suspender la sesión porque las llamadas anónimas a los diputados no cesaban.

Se supo que cinco de ellos, panistas todos, fueron advertidos de que algunos de sus familiares habían sido secuestrados, lo que no era cierto. Fueron las habituales llamadas que los delincuentes, aun desde el interior de los reclusorios, hacen a diario para extorsionar, y que en el caso de los diputados, que seguramente no las habían recibido antes, atemorizaron a muchos.

Lo sucedido ayer al interior del recinto legislativo motivó que diputados de otros partidos políticos se atrevieran a revelar que también han recibido llamadas telefónicas en el mismo sentido.

Uno de ellos fue priísta Jesús Ramírez Stabros, que este lunes recibió en su celular una de ellas, aunque lo mantuvo en reserva. Otra veintena de sus colegas por lo menos comentó sucesos parecidos.

Es el México real, el que vive la mayoría de los capitalinos, el que han padecido muchos empresarios y gente de dinero, y del que los legisladores empezaron a percatarse de que sí existe.