Alejandro Ramos, colaborador: El caso en que se convirtió la cruzada nominación de consejeros del IFE por parte de la Cámara de Diputados, significa un golpe más al proceso de demolición que sufre el IFE, que alguna vez fue el principal árbitro electoral del país.

Los partidos políticos, especialmente la llamada amplísima trinidad, integrada por el PRI, PAN y PRD, siguen negociando en lo oscurito y mantienen de rehenes al IFE y a sus consejeros actuales y futuros.

Como estos partidos no pudieron ponerse de acuerdo, aplazaron a febrero la designación de los primeros tres nuevos consejeros del IFE, con lo que, de paso, violaron la ley, puesto que ya no cumplieron con el plazo de 30 días que tenían establecido para ello.

Ante el aplazamiento de estos nombramientos, Luis Carlos Ugalde renunció a su cargo, por lo que los restantes consejeros del Instituto decidieron que Andrés Albo ocupe el puesto que tuvo Ugalde, en tanto los diputados designan un nuevo presidente consejero.

Para todo mundo está claro que todo esto es una auténtica farsa y que el llamado proceso ciudadano para elegir consejeros es un simple discurso, una manera de tratar de taparle el ojo al macho para encubrir las negociaciones copulares de los partidos políticos.

Lo malo de todo esto es que el IFE se cae a pedacitos, su credibilidad es nula y peor aún, de acuerdo con la nueva ley electoral, en la práctica su funcionamiento quedará supeditado a los partidos políticos representados en el Congreso.

Los consejeros que integren el futuro IFE tendrán sobre sus cabezas la espada de Damocles, pues su trabajo será vigilado por un contralor que designará la Cámara de Diputados. Así que la supuesta autonomía del IFE, que en algún momento llegó a ser una institución respetada y respetable, es cosa del pasado, lo mismo que el prestigio que llegó a tener y que fue destrozado por los partidos políticos y los intereses que representan. Duración 2´32´´ ys/m.