Polo Mendívil, colaborador: En el libro de Ricardo Raphael, titulado "Los socios de Elba Esther", de las páginas 103 a 105 se puede saber sobre un encuentro ocurrido en enero de 1992, que se sintetiza de la siguiente manera:

"Gordillo Morales atendía en su propia casa a tres funcionarios del GDF, ellos son Marcelo Ebrard, Ignacio Marván Laborde y Joel Ortega Cuevas, por instrucciones de su jefe, Camacho Solís.

Han sido citados en la casa de la profesora para comenzar a elaborar el proyecto de los nuevos estatutos del SNTE.

Su tarea sería cuidar, ante todo, las aristas del nuevo proyecto estatutario, el sindicato debía democratizarse sin que la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional perdiera el control sobre el aparato sindical".

Hasta aquí la síntesis, pero que historias las protagonizadas por el grupo de Camacho, quien siguió siendo fundamental en la conformación de las administraciones capitalinas, aun las perredistas, como cabeza del hoy conocido Grupo de la Ciudad, integrado por priistas que han sabido manejar bastante atinadamente para sus intereses al PRD.

Todo apuntaba que Joel Ortega continuaría este proyecto, al menos dificultado hoy a partir del incidente del News Divine, de los muchachos y los policías muertos aplastados, y la cascada de brutalidades y estupideces que la ciudad y el mundo han conocido bajo el sobrenombre de políticas de seguridad.

Pero quiero hacer hincapié en una de esas brutalidades que quizá nunca hubiera conocido la CDHDF de no ser por el drama de la inocente tardeada del viernes 20 pasado.

Hace algunos meses, la hija de un importante, muy importante personaje, cuya identidad debo reservarme, fue detenida en un operativo de estos policiales establecido por el Gobierno capitalino para, oficialmente, rastrear venta y consumo de drogas entre jóvenes.

Fue acontecida con otras chicas a algún sitio, en donde todas sufrieron vejaciones prácticamente idénticas a las de las muchachas detenidas en el News Divine, no fue, pues, el caso de las chicas del 20 junio, un hecho aislado.
Era una práctica que ignoro cuántas veces otras jovencitas y sus familias callaron por temor a la vergüenza y, sobre todo, por temor a la policía, esa que siempre vigila, pero para extorsionar y satisfacer mentes policiales y ministeriales putrefactas, que cuidan a la ciudadanía capitalina.

Debieron morir siete muchachos y tres policías para que el ombudsman, Emilio Alvarez Icaza, supiera de toda esa suciedad y procediera.

Joel Ortega no pudo evitar que un hecho como éste, palabras suyas, empañara, palabras suyas, otra vez, una trayectoria en la que ha actuado siempre con honestidad y con verdad.

Ciertamente una larga trayectoria que tuvo instantes estelares, como aquel de 1992 al lado de Elba Esther, con Marcelo Ebrard y con Ignacio Marván.

Eran los tiempos del viejo régimen, pero llegaron a la capital los tiempos del nuevo régimen perredista y mira nada más hasta dónde han llegado las aberraciones.

No creo, al menos espero, que Ebrard pueda decir algún día a Ortega: como te ves me vi, como me ves te verás, yo creo que sería demasiado. Duración 10’49”, nbsg/m