De la información dada a conocer durante la semana del 20 al 24 de septiembre, se desprende que si bien la economía mexicana mostró signos de recuperación al segundo trimestre, actualmente observa un menor ritmo de actividad y continúa sin superar los niveles que mostraba en 2008.

Continúa la debilidad en la demanda interna; medida a través del consumo, al observarse una disminución en las ventas de las tiendas de autoservicio y departamentales, lo que implica que el consumo de las familias de clase media no ha crecido a pesar de que con el inicio del ciclo escolar se realiza un gasto adicional.

Las cifras económicas nuevamente mostraron signos que apuntan hacia la desaceleración. El ejemplo más notorio de ello es la caída del indicador adelantado, que refleja nítidamente esta dinámica de menor ritmo de crecimiento y también alimenta esta tendencia la reducción de las exportaciones manufactureras particularmente las del sector automotriz.
Lo anterior se debe, principalmente, a la baja en la actividad económica estadounidense, la cual ha sido confirmada por la Fed en su más reciente reporte. Éste detalla que la debilidad en las ventas de vivienda y el estancamiento del desempleo han alimentado un clima de crecimiento cada vez más lento, el cual ya comienza a afectar a la industria manufacturera de México.

Si bien se tuvo una mejora en las expectativas de los especialistas del sector privado, un avance en la confianza del consumidor y una recuperación en el nivel de empleo, lo anterior se contrastó con el hecho de que el crédito al sector privado continúa en terreno negativo, que la producción industrial evoluciona a un ritmo lento y que el sector de la construcción se mantiene estancado desde hace 23 meses. En consecuencia, a pesar de las perspectivas positivas, el desempeño que muestran las variables económicas evidencian la debilidad de nuestro mercado interno, por lo que aún no es pertinente hablar de una solidez en la recuperación de la economía mexicana.