De los indicadores macroeconómicos dados a conocer en la semana, destaca el dato de inflación de la segunda quincena de febrero, que reafirma el incremento en los precios de la canasta básica. Por su parte, la construcción y las exportaciones mostraron un desempeño favorables y aunque las ventas de establecimientos comerciales también crecieron, las remuneraciones pagadas continúan disminuyendo.

A pesar del panorama positivo que mostró el país, la alta dependencia con la economía norteamericana pone en duda la consistencia de esta tendencia toda vez que en la semana se publicaron cifras negativas asociados a dicha economía, como la revisión a la baja del PIB, el persistente desempleo y la lenta recuperación del sector inmobiliario.

El optimismo que podría generar el hecho de que el crecimiento económico de México de 2010 superó las expectativas de los agentes económicos al incrementarse en 5.50 por ciento, se ve opacado al identificar que su magnitud no compensa la caída observada en 2009 (6.08 por ciento) y menos aún incide en los pronósticos de un menor crecimiento en 2011.

Los datos difundidos recientemente por el INEGI sobre la situación que guardó la economía mexicana en noviembre, así como la tendencia que se espera para la misma en el corto plazo, mostraron el comienzo de una fase expansiva de la actividad económica; en contraste, diversos indicadores revelaron una debilidad de la recuperación, derivado de una tasa de desocupación que se mantiene en niveles elevados y de que la inversión aún se encuentra alejada de su máximo registro.

Los resultados de los indicadores publicados la semana pasada muestran una desaceleración de la actividad económica de México. La Encuesta Sobre las Expectativas del Sector Privado señala que en 2011 la economía mexicana crecerá sólo 3.9 por ciento; esto debido a la ausencia de cambios estructurales en México, problemas de inseguridad pública y la debilidad tanto en el mercado interno, externo y economía mundial.