De los datos dados a conocer durante la semana de análisis, destaca el crecimiento del PIB de 9.56 por ciento en términos nominales. Respecto a la inflación, persisten riesgos que eventualmente la presionarían al alza como son: el incremento en los precios internacionales de los granos y otras materias primas, así como la volatilidad financiera y el cierre de la brecha del producto en el país.

De los indicadores macroeconómicos dados a conocer en la semana, la mayoría apunta a una desaceleración económica tanto en Estados Unidos como en México.
En primera instancia, tanto el PIB como el IGAE en México mostraron desempeños menores a lo estimado previamente. Por una parte el primero tuvo un crecimiento de 4.65 por ciento, cuando se esperaba que creciera al menos en 5.0 por ciento. Si se ajustan la cifras por estacionalidad, el primer trimestre sólo presentó un incremento de 0.53 por ciento, lo que reafirma la tendencia a la baja que se viene presentando desde el tercer trimestre de 2009, cuando la economía creció 2.75 por ciento. Asimismo, el IGAE cayó 0.23 por ciento en cifras desestacionalizadas, después de 5 meses de crecimientos consecutivos. A pesar de esto, en los establecimientos IMMEX se dio un cambio en la tendencia de las contrataciones, al reportar un incremento en el número de trabajadores contratados directamente por dichas empresas.

En su informe trimestral, el Banco de México mantiene una posición optimista en el desempeño de la economía nacional, al elevar su pronóstico de crecimiento del PIB para 2011 (ubicándolo en un rango de 4 a 5 por ciento) y mantener sin cambios el de 2012 (rango de 3.8% a 4.8%), así como al conservar su expectativa inflacionaria para ambos años (rango de entre 3.0% y 4.0%). Previsiones que pueden sustentarse en el desempeño de la actividad industrial del primer trimestre, que registró un crecimiento (en las cifras acumuladas) de 5.2 por ciento respecto al mismo trimestre de 2010, así como el aumento de 8.07 por ciento en la inversión.

En la semana de análisis, los indicadores dados a conocer muestran que la evolución de la economía mexicana podría no ser tan robusta; en el corto plazo, los consumidores se encuentran en un escenario pesimista dada la percepción que tienen en torno a su propia situación y a la de la economía mexicana, por lo que no contemplan la posibilidad de adquirir bienes de consumo duraderos, lo que podría incidir en la dinámica de la demanda interna del país.