Los indicadores económicos dados a conocer en la semana siguen mostrando signos de debilidad económica tanto en México como en Estados Unidos.
En primera instancia, el IGAE mostró en agosto un crecimiento de 4.43 por ciento, sin embargo, el alza fue producto de un crecimiento acelerado del sector primario, que podría enfrentar dificultades debido al impacto de fenómenos climatológicos observados en meses recientes. Por otro lado, las fuentes internas como externas siguen sin mostrar un cambio en la tendencia; por una parte, la ANTAD reporta un crecimiento real de apenas 2.19 por ciento, y se observa una mayor inflación de los alimentos, y por otra, se presenta una profundización en el freno en las exportaciones. Por ello el Banco de México reportó, tanto en las Minutas de la reunión de política monetaria como en su Reporte del Sistema Financiero, un escenario de moderación en el consumo, la inversión y las exportaciones.

En la semana que pasó del 17 al 21 de octubre se dieron a conocer importantes indicadores sobre la evolución tanto de la economía mexicana como de la internacional; entre los nacionales destaca que, en el corto plazo, continúan aumentando las ventas de los establecimientos comerciales pero no así las remuneraciones pagadas por éstas; por otra parte, a pesar del nivel del aumento del número de los establecimientos inscritos al Programa de la Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicios de Exportación (IMMEX), el incremento del personal ocupado en dichos establecimientos no fue significativo; en tanto que la tasa de desocupación aunque observó una ligera caída sigue en niveles elevados.

El clima para hacer negocios en México parece no mostrar signos de mejora. La inversión sigue sin recuperar el nivel previo a la crisis y, de acuerdo con la Encuesta de Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado, el 80 por ciento de los consultados expresó que no planea o no está seguro de que sea buen momento para invertir en el país.

El “indicador coincidente” que refleja el estado general de la economía mexicana, se ubicó en una fase de expansión, aunque las perspectivas para México no parecen ser tan alentadoras.
El indicador adelantado por quinto mes consecutivo se sitúa en fase de desaceleración y los especialistas del sector privado ajustaron a la baja su expectativa de crecimiento económico tanto para 2011 como para 2012. Esto último debido a que se ha profundizado el temor sobre los factores que pueden limitar el ritmo de la actividad económica, entre los cuales destacan: la debilidad del mercado externo y de la economía mundial, la incertidumbre sobre la situación financiera internacional y los problemas de inseguridad pública que aquejan a nuestro país.